Road to Valencia-Semana 15

 "Otro día nublado y necesito cualquier combinación de facultades y defectos para iniciar otro viaje diurno. Parece haber sido extraído del cerebro que rellené esta mañana con pensamientos grises y vitales para olvidarlos al instante". Este poema, que sintetiza muy bien el estado anímico con que a veces se empiezan las mañanas, pertenece al poemario Why Poetry, de Matthew Zapruder. 

Esto lo leía el lunes por la mañana, tomando el café, dispuesto a afrontar una última semana de carga. Al finalizar del texto, la misma autora, hablaba de "traza líneas, mide cosas en la cabeza, dibuja puntos rojos, encuentra los caminos que te entristecen y crea desviaciones". Y esa es la mentalidad con la que empezó la semana, había que crear desviaciones de las ideas negativas, del demonio de un hombro frente al ángel del contrario. 

Para que un renacimiento ocurra, tiene que venir precedido de un arrepentimiento sincero. No basta con inaugurar una nueva época y acometerla con un renovado ímpetu. Es preciso un pronunciamiento de la conciencia moral que repruebe nuestra anterior conducta y nos empuje a renegar de nuestros errores. El pasado puede ser rectificado; pues nuestra existencia no es una corriente que fluye en el tiempo, dejando atrás los episodios pretéritos. Lo que hemos hecho irradia su influencia sobre lo que haremos, para bien y para mal. Lo que repites se refuerza. Necesitamos volver al pasado para vivir más plenamente el futuro. De este modo, arrepentirse significa "imprimir a un fragmento de nuestra vida pasada, volviéndonos sobre él, un nuevo sentido". Nada es inalterable en nuestra vida; y al arrepentirnos de lo que hicimos nos arrepentimos también de lo que fuimos, de lo que,¿somos?, de lo que estamos condenados a ser en el futuro si no expulsamos del centro vital de nuestra persona lo que en el pasado hicimos.

Al borrar nuestra culpa, al modificar nuestro pasado, al brindarnos la posibilidad de volver a nacer, el arrepentimiento se convierte en la fuerza más revolucionaria del mundo moral, mucho más que cualquier utopía moral. En toda alma duermen fuerzas jóvenes aún libres de culpa, pero cohibidas y asfixiadas por nuestros actos erróneos.

El enemigo oculto, esa sombra interior empecinada en hacer de nosotros unos infelices, se introduce de tanto en tanto como un huésped inesperado e ingrato. Y es que, aunque parece que poco a poco la molestia física que en mi mente parecía poder alejarme del objetivo de correr la maratón se iba diluyendo; y pese a que un resquicio siempre persistía; podría decir que era, y es, un problema "menor". Otra salida que dar al laberinto.

El laberinto, según la mitología griega, el laberinto lo construyó Dédalo para recluir al Minotauro, un ser monstruoso y voraz. Este Minotauro puede ser metáfora de nuestras quejas, tormentos y preocupaciones; y el laberinto por ello la mente que lo esconde. Pero, la mente puede ser también el Minotauro. Si algo estoy aprendiendo a lo largo de esta preparación, es que la carrera del 1 de diciembre, más allá de todo, va a ser una navegación por un laberinto. Seguro que me enfrentaré al Minotauro, no se a cuantos, pero rondarán mi cabeza. El trabajo está saliendo según lo esperado, lo que debería permitir atravesar el laberinto sin chocar y sin volver al punto de inicio y no a la salida, al objetivo. 

El laberinto es rico en significados, tanto culturales como espirituales. Para el psicoanalista Carl G. Jung, constituye un símbolo de la naturaleza compleja y paradójica del ser humano y del proceso de individualización o desarrollo progresivo de la persona hacia su plenitud. Es decir, un viaje o un peregrinaje al autodescubrimiento y al descubrimiento del "Absoluto". Coincido personalmente en esta acepción, extrapolable a la carrera a pie y a otras citas que ya he mencionado anteriormente en otras entradas del blog. La carrera, será un laberinto, pero más bien será el recorrido a través del mismo, no el símbolo, si no el significado. El camino al absoluto, a ese "todo" o a esa "nada" que recorre la cabeza, al "foco" que buscamos cuando nos sometemos a este tipo viajes.

Porque el crecimiento personal, no es una línea recta, sino que incluye recovecos, opciones y tramos ciegos que exigen retroceso. El crecimiento personal y la vida misma no son un camino recto, sino sembrado de obstáculos y de dudas antes las decisiones que hay que tomar. El desánimo o la frustración pueden ser una reacción espontánea.

Semana 15, mucho hecho, y ¿mucho por hacer? Esa es la duda de esta semana. Ritmos de maratón que han de ser "fáciles", muchos kilómetros que el cuerpo tiene que soportar,... y no sabes si lo hará. Nervios, miedo y ansiedad. Se acerca la fecha y hay que detallar todo, pero el cincel, al esculpir, puede pasar de tallar fino a desprender una pieza importante. Destrozar la obra. Las decisiones que tomamos nos moldean, como el cincel del escultor; pero también rompen para tallar. La erosión que generan en nosotros va más allá de lo físico, haciéndonos renunciar, o no; haciéndonos rígidos, flexibles o completamente maleables. En función de este espectro nace nuestra persona, nuestras acciones y sus resultados.

Esta semana, como comentábamos anteriormente, una última semana de volumen, la decisiva. Comienza el lunes con elíptica en zona 1, recuperar bien es clave entre entrenamientos demandantes. Martes gimnasio por la mañana y no poder doblar por la tarde por motivos de trabajo. Llegar tarde a casa, en ocasiones es mejor escuchar al cuerpo y descansar para guardar balas para el día siguiente. No dar un paso no es retroceder. Miércoles, rodaje suave y trabajo de miembro superior, ejercicios de prevención y CORE por la mañana y 1h de elíptica por la tarde, en zona 1. El jueves llega con una de las primeras sesiones importantes: 2x7km a ritmo maratón; en total 25km en 1:33, 3:42’/km. Pese al miedo inicial, y sin las mejores sensaciones que uno querría, el entrenamiento sale; una moneda de confianza más en la mochila. Por la tarde del jueves, 50’ de elíptica en zona 1. El viernes toca recuperar para el fin de semana, 17km suaves por la y 55’ de ejercicios de prevención, Core, etc. por la tarde. Llega el sábado, entrenamiento de cuestas por la mañana (10x100m aprox.) y doblaje suave por la tarde; en total 31km este día. Domingo, el día señalado. Última tirada larga y decisiva. Me calzo las Vaporfly 2, con el objetivo de que la musculatura se dañe lo menos posible; todo detalle es importante ahora. Y así, el mejor entrenamiento de maratón de toda la preparación; muchas monedas de confianza al terminar. Este entrenamiento me enseñó que salga lo que salga el día D a la hora H, el proceso ha merecido la pena. Si no estuviera en forma, no lo hubiera hecho: 10km 3:50-4’/km + 5km 3:30’/km + 5km 3:55’/km + 12km 3:30’/km acabando entorno a 3:25’/km los últimos kilómetros. 3km 3:55’/km y listo. En total, 35km 2:08h 3:39’/km, pulso 150ppm. Lo dicho, algo idílico.

Y con esto se acababa la decimoquinta semana de entrenamientos:

  1. 157km carrera a pie (1100m+)
  2. 2:30 h gimnasio
  3. 40km bicicleta Z1

La firme y fundada convicción de que siempre es posible alguna salida constituye el mejor antídoto para la tentación de abandonar. Y decidme, ¿acaso no se asemeja esto a una carrera, a sus entresijos mentales?

"No recuerdo cuándo escribí mi primer poema

no recuerdo mi primera cicatriz

busco la palabra que hizo

que todo saltara por los aires

algo que explique

por qué elegí las heridas

no basta con salvarse

con limpiar la sangre

escribir no es suficiente"

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