Road to ¿Valencia?-Semana 13

 Me abandoné a mí mismo. Extravié la brújula interna. Se oxidó o la sepultó mi deriva. Cuando empezó el miedo real me dije: "No puedo bajar, solo me queda subir". Empecé a tratar de disminuir el miedo y de no mirar abajo. Me hundía, me hundía; hasta que un día aflojé. Sentí paz. La lucha es desesperante, pero la mente hace ¡poc! y la acepta.  Para eso sirven las cosas que te van pasando. Atesoramos las experiencias como si fueran un combustible que no se fosiliza, que siempre puede servir. Es ese esfuerzo por construir lo falso, en lugar de dedicar la vida a los sentimientos de verdad. El que grita todo el tiempo es de cristal. Vemos la estabilidad como algo positivo, pero la estabilidad ¿Qué es? 

Esta semana 13, ha tenido de todo. Creo que de todas, esta ha sido la más complicada, no por los entrenamientos, sí por aspectos relacionados con la carrera a pie, la psicología y mentalidad que la circundan y su efecto en nuestro día a día. En primer lugar, la molestia que arrastraba la semana pasada, llegó a su punto más dulce el lunes, día de descanso; en el que tras la jornada laboral, de pie todo el día, la molestia pasó a dolor. La preocupación se iba incrementando. El martes, la sesión era intensa, pude sacar la parte principal, pero sin quitar ojo a la zona dolorida. La cabeza estaba más presente en el dolor y en su evolución que en el ritmo del entrenamiento. El entreno salió bien, acabé contento, pero muy dolorido. Exactamente fue una activación de cara a la carrera del sábado, unos kilómetros de calentamiento entorno a 4´/km, y lo que debía ser 3' progresivos acabo siendo un 6x1000 a 3:15´/km cada uno.  Vivo en un sexto, y acostumbro a subir por las escaleras, pero ese día opté por el ascensor. Mala señal. El día evolucionó no muy bien, persistía, y aunque no había agravantes claros, no se me iba de la mente el dolor; y eso no es bueno, no ayuda. Ni física, ni mentalmente. Empezaba a pensar, primero que no podría correr la carrera del sábado, y después que no podría correr Valencia. Empecé a pensar que la maratón tenía algo contra mí, a Filípides parece que no le hago gracia... Miércoles y jueves elíptica, disminuir impacto, y durante los últimos 10 días, mucho, muchos ejercicios específicos para distintos músculos en busca del santo grial. Mucha fuerza. El viernes, probé a correr, más psicológica que físicamente necesario. La activación: si era capaz de correr, podría correr al día siguiente. Parece que el trabajo dio sus frutos, pese a una molestia y gesto no muy adecuado económicamente hablando, 12km que me supieron a gloria. Pero, aún mejor, al parar no había dolor. Para quien no lo sepa, eso se denomina "irritabilidad" y puede ser un indicador importante de la gravedad de una lesión. El resto del día se basó en intentar no agravarlo. El sábado era el día clave, carrera de 21km "Las Murallas" de Pamplona. La carrera es vespertina, por lo que para la activación matinal opté por hacerla en elíptica, por miedo a notar molestias. 6km suaves y a descansar. Por la tarde, al comienzo del calentamiento notaba "algo" que no se podría denominar molestia, por lo que casi creía que era algo "mental", todo dolor es en su base "mental" al fin y al cabo. Sabía que en carrera, concentrado, no me acordaría en exceso, pero me asustaba cómo acabaría. La carrera fue bien, no sabía qué rivales habría y tampoco me importaba. El objetivo era intentar correr 21km a 3:25'/km. Para quien no la conozca, esta carrera es muy sinuosa y poco rápida, unos 200m+ de desnivel y tramos de pasadizos y alfombras. El ritmo iba saliendo, y a partir del km12 me encontré muy bien, confiado. En el 17 me seguía encontrando bien, y es ahí cuando supe que había gestionado bien la carrera. Objetivo cumplido, primer y segundo 10k prácticamente iguales, 34'. Al final 1:11:08 para los 21km y una victoria, que fue lo de menos. Asustado, acabé bastante bien pero el dolor se acentuó. Tras la carrera bajé al gimnasio y trabajé los ejercicios que había estado poniendo en práctica e hice 30´de elíptica. La cosa no iba a más, me acosté con algo de molestia pero no era excesiva, la achaqué al esfuerzo y yo me tranquilizaba. El domingo desperté bastante bien, pude hacer más ejercicios y elíptica, y para la tarde sí que sí, la molestia seguía en el mismo punto, leve incomodidad. Mi confianza iba en aumento.

En cuanto a números totales durante la semana:

  • 40km de bicicleta
  • 3:30h de fuerza
  • 127km carrera a pie 

Y sí, digamos que la semana fue bien en el sentido de que pude competir como quise, ganando la carrera (que no era el objetivo a priori) pero ese runrún no me lo quité en toda la semana. Además, la DANA de Valencia hizo temblar el plan de la maratón de Valencia. ¿Se llevará a cabo? ¿es ético y moral? Casi dudé de si aunque se hiciera, debería correr o no. 

 De modo que en un plazo de 10 días han sido 2 factores que han puesto en jaque mi participación en la maratón. En relación a la DANA, a día de hoy no sabemos si se celebrará o no la maratón, por lo que la duda persiste. Sea cual sea el veredicto de la organización, cualquier punto de vista y decisión que tomen la aceptaré sin miramientos. Si se hace, espero poder estar allí en uno de los mejores estados de forma que posiblemente haya tenido. Si no se hace, buscaré alternativas, no es un problema. Estoy gozando como un niño este proceso. Ver cómo tu condición física mejora, se va entonando todo el cuerpo al unísono... sentirte fluido al correr, como si no tuviese coste. Eso es lo que me queda en la memoria. La carrera puede ser un trámite para sentir esto, y no al revés. Pensadlo. Aquí hay algo que forma parte de tu identidad. Algo que, como no logras sacar de otra manera, lo haces así. 

El mundo está lleno de gente con ganas y talento que no consigue reconocimiento. Para que un creador brille tiene que atravesar tantas barreras, miserias, envidias, desesperaciones,... Hay hogueras interiores que te van quemando hasta que no sabes ni quien eres. Los clásicos enseñan que se puede ser víctima y verdugo. ¿Eurípides dibujaba a las personas como son y Sófocles como deberían ser? La realidad frente al ideal. La recreación de los peores instantes de la vida de alguien real y su posterior escalada hacia la luz. Hay quien se deja caer por el abismo y ya está, quien pide ayuda justo antes, y quien se instala en el filo.

En cualquier situación de la vida, o frente a cualquier cruce de vías con el que nos encontremos, podemos quedarnos con la ilusión  de la espera, con la huida mental; pero la libertad si hablamos en serio del ser humano, apenas existe. Pero la imaginación se puede acercar a esa palabra. Es necesario vaciar la mente, no mirar lo que otros están haciendo y buscar dentro de uno mismo. Solo entonces, en el vacío absoluto, encontrarás la esencia de la creación.

Espero que esta entrega, más enfocada en cómo he ido gestionando los altibajos os haya gustado,

Muchas gracias por estar ahí, y sea lo que sea que nos depare el futuro próximo, seguiremos disfrutando del proceso. De eso se trata, de qué si no.

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