Road to Valencia- Semana 14

 Ya lo dijo Heródoto, nunca es permanente el humano bienestar. En las esquinas de la existencia nos aguardan los males, a veces en enjambre, y no queda otra que afrontarlos, tratar de resolverlos y, si no fuera posible, sobreponerse a ellos. Para lograrlo, debemos volver la vista a las cosas gratas que siempre, si uno de fija en ellas, nos depara la vida.

Cuando todos nosotros nos enfrentamos al personaje, tenemos que abrazarnos a las contradicciones, pero siempre con la mejor arma posible: la empatía. Hacia los demás, pero hacia ti. ¿Quién soy yo? Qué regalo aterrizar en un lugar sin saber quien eres y sabiendo que eres todo eso. 

Siempre me pregunto quién narra; si es en primera persona, quién es ese personaje que narra, qué le pasó. Qué mira alguien que va a contar eso, a qué le presta atención. Eso es lo que me pregunto cuando escribo. A veces en la escritura siento que el dolor puede ser asfixiante, porque en la vida lo es. La realidad es una ficción que resulta verosímil. La lengua escrita se manifiesta a través de un orden introspectivo y de las diferentes formas que se dan en cada relato: son enjambres enunciativos ubicables en el psiquismo del protagonista y por ende del narrador.

Todo lo que no escribí ayer, lo hago hoy. Hoy es entonces la emoción reconstruida del ayer, el cúmulo de emociones (re)construidas del ayer.

La mayoría de mis dificultades han venido de mis prejuicios. Intento trabajarlos. Cuando me descubro un límite, me pregunto qué me está diciendo ese límite. Roland Barthes habla de una edad madura para desaprender. Y ahí yace el secreto. Hay que ser maduro para criticarte, ver tus propia escultura y querer seguir esculpiendo. Esa frase te enseña el camino, hay que vaciar, aceptar incoherencias, hacer sitio en la cabeza.

Y así es como fue la semana 14, incoherencias mentales, miedos pero certezas. De todo cada día. Tras la carrera de las Murallas, y a pesar de que las sensaciones fueron muy buenas, el miedo a que la lesión subyacente saliera a flote era real. Sí, podía correr, podía hacer ejercicio, pero ¿cuánto? ¿aguantaré la última semana de carga? Ese era mi pensamiento a lo largo del día. Muchos creeréis que es absurdo, más aún si no dedicáis parte de sacrificio diario (a veces más que "parte") al deporte o la competición. Y es que aunque no vaya a ganar nada, ganarme a mí mismo ya es un logro. Este pensamiento sobre si otra vez me lesionaría de cara a una maratón me rondó la cabeza a cada minuto, y me nublaba el resto de acciones del día. Incluso las importantes. Y sí, desde fuera y con perspectiva, no tiene sentido. ¿En ese momento? No hay nada más importante. Así nos la juega la mente.

Entonces, ¿Cómo fueron los entrenamientos? Bien, habiendo descubierto qué ejercicios ayudaban a mejorar los síntomas, seguí con unos 30-45' cada 2-3 días de ejercicio de fuerza, gomas, Core... El lunes tocó descanso, y el martes gimnasio por la mañana y rodaje por la tarde, pero que por no estresar al cuerpo con el impacto, decidí hacer elíptica y guardar para el día siguiente. El miércoles, primera sesión clave de la semana: 3x4km a ritmo maratón; en total, 25km 1:34h 3:47'/km de media. Durante la sesión una molestia aceptable de 3/10, pero sobre todo recuperándolo bien tras el entrenamiento. Jueves, rodaje suave de 1h, y las molestias disminuyendo, y una hora de elíptica por la tarde. El viernes, cuestas por la mañana y rodaje por la tarde, y fue este día cuando pudiendo doblar con impacto, no en elíptica, y con buenas sensaciones, la confianza empezó a crecer. El sábado, suave, rodar por la mañana y 45' de rodillo por la tarde; y el domingo la tirada larga con ritmos maratón específicos: 10km entorno a 4'/km + 5km 3:30'/km+10km entorno a 4'/km+8km 3:30'/km + vuelta a la calma; en total 2:16h para 36km a 3:48'/km. Buenas sensaciones, la motivación iba en aumento, y este entrenamiento ayudó mucho mentalmente.

Números totales de esta semana 14:

  • 151km carrera a pie
  • 3h gimnasio
  • 50km bicicleta

Lo híbrido no rebaja la intensidad. Hay tiempo para desarrollar la voz fuerte de cada uno. Uno está en constante transformación, y lo imperfecto es una escuela para progresar sin borrar. Nunca se parte de cero, en nada en la vida, pensadlo; con el objetivo que tengamos en mente, siempre hay una base; por eso, somos transformación. Imperfectos pero precisos, si sabemos lo que queremos. Diseñamos nuestro yo, nuestro entorno, nos diseñamos y rediseñamos; esto es "la función fantasía"; puede no ser útil, pero es arriesgada. Provoca un estado de conciencia; nos conecta, toca al usuario, lo altera, lo revoluciona. Pero todas las revoluciones terminan necesitando un opuesto porque al anular lo anterior no hay espacio para el diálogo. El legado de lo anterior afecta, lo queramos o no, en el modo en que vivimos. Lo sensato es aprovechar esa experiencia. No hay que razonar en lógica de opuestos. Por eso, quien quiera vivir de manera superficial, irá apagando fuegos hasta que no tenga otra opción.


"A oscuras

las palabras resplandecen

por sí mismas

como lluvia que recién comienza

gotas luminiscentes

que nos hablan del olor a tierra mojada

dicen la belleza sin nombrar la luz

no la necesitan

tampoco para decir qué nos recorre

por el interior de las venas"

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