Se aguó la fiesta y el fénix salió de sus cenizas

 Toda discusión es una pelea que ganamos o perdemos. Confundimos error y derrota. Tiene más prestigio ser duro que flexible; agresivo más que agradable. Las palabras modulan y modelan la realidad en la que vivimos.

Largas décadas de esfuerzos, y el resultado es que estamos donde estaba. ¿No hay nada que podamos hacer por nosotros mismos? Hay una escuela que dice que carácter es destino: si no puedes vencer tus miedos únete a ellos. Quizás nuestros esfuerzos por ser mejores se han sustanciado en no empeorar tanto como podríamos haber empeorado. Lo que ganamos en humildad ante la constatación de nuestra imperfección, con todo, es difícil de medir. El viaje es el camino y no la meta. 

Con frecuencia no hacer es mucho más difícil que hacer. Verlo en uno mismo cuesta más. El imperativo es una orden. En el interrogativo estás hablando contigo mismo. ¿Voy a poder? ¿Voy a querer? Eso te abre la cabeza para pensar en posibilidades.

Las emociones las vivimos en primera persona, pero cuando queremos obligarnos a hacer algo, nos hablamos en segunda persona. Aun así, podemos cambiar. Requiere esfuerzo. Sin tiempo ni medios para pensar y actuar a largo plazo, concentrados en pasar el día nos quedamos sin capacidad para invertir en transformaciones.

El mes de junio y julio no han sido como lo tenía planeado. El calendario estaba lleno de carreras y la forma física empezaba a ser buena, la confianza estaba creciendo y veía cambios en distintos ámbitos de mi persona y vida. Pero, como si de un mal de ojo se tratase (o eso pensaba), una intoxicación primero y una tendinopatía del tendón de Aquiles después se han interpuesto en mi camino. Físicamente, el palo fue duro al inicio, tenía muchas ganas de afrontar las carreras y sobre todo de verme progresar. ¿Qué podía hacer? La única opción sana y posible, aceptarlo, respirar hondo, recuperarme y aprender de los errores. Mientras tanto, mucha bicicleta, elíptica.

No te ofusques si el plan no sale o falla. Si el plan cambia, cambiamos. Nos sobreponemos. Flexibilidad, resiliencia y adaptación. Creo que esto tenemos que ser capaces de llevarlo a cualquier ámbito de la vida. Todo nos irá mejor, como individuos y como sociedad. En ocasiones, hay que aceptar que la realidad es incómoda. Distráete y no dejes espacio a la rumiación, siempre inadecuada. Sólo tú como persona sabes qué es lo que mejor te sienta. Personalmente, esto es algo que ya sabía desde hacía un tiempo atrás, pero vivía en una duda entre aceptarlo o no. Si hay que escuchar al cuerpo, hazlo. Haz las cosas bien, sabiendo que las haces porque es lo correcto, no lo que quieres hacer. A veces, aunque el deporte y su entorno sea una parte muy importante en la vida de muchos de vosotros lectores, y en la mía. Siendo consciente de esto, tomando las riendas, todo se irá regulando si le das las herramientas necesarias. No es proceso de la noche al día, los cambios vienen poco a poco, pero ir saboreando cada uno de ellos tiene un valor incalculable.

Si no me cuido yo, nadie lo va a hacer por mí. Sólo espéralo todo de ti mismo. Lo mejor y lo peor. La fuerza para salir de un agujero, esa inercia inicial tiene que venir de uno mismo. Luego ya, entra el ambiente y el entorno que puede completar que el impulso coja velocidad y no pare; pero incluso para buscar ese entorno, debemos exponernos a situaciones "difíciles" para nosotros. Algo que rompe nuestro equilibrio pero que nos ayudará a futuro. Hormesis. 

En mi caso, tras unos cuantos años, me he dado cuenta que debía volver a ser lo que fui, lo que perdí; para saber qué es lo que sí soy. Lo que sí quiero ser; para mí y para todos los de mi alrededor. Volver al momento en el que la mecha se encendió. Como el fénix, resurgir de mis propias cenizas. 

Este mes de julio, tras aceptar que las carreras objetivo no podrían materializarse, vi y entendí que posiblemente la causa real, la raíz, era algo más profunda. La causa puede que no fuera algo aguda. ¿Y si sí lo era? La verdad que no me importa, me ha servido para ver mucho mejor a una persona, para hacerme una radiografía de cuerpo completo. Por ello, el mes de julio lo he tomado totalmente para mí, un reset físico pero sobre todo mental. Un momento en el que la prioridad fuera yo y no el resultado, el "qué dirán" o los demás. Es algo que necesitaba hacer desde hace tiempo, pero no me atrevía. 

He esperado a publicar esta entrada porque no quería hacerlo sin la conciencia tranquila. Sin verme realmente distinto. Capaz de decidir de forma pausada, viendo como cuerpo y mente evolucionan a al par. He sentido la sensación de victoria de una gran vuelta habiendo ganado una etapa, y eso a su vez me aterra. No se puede predecir el futuro, pero es más placentera esa sensación que la de caer en la misma piedra siempre. Cuando mejor te encuentras es cuando recuerdas los malos momentos, esa pulsión interna que te empuja a volver a joderlo todo, pero saber parar y decir no. Sé que tengo que hacerlo por volver a entrar en ese bucle positivo. Por la felicidad de ser dueño de mí mismo.

Y entonces, ¿Qué es lo que he hecho a lo largo del mes de julio?

En cuanto a entrenamiento, primero recuperar con mucho mimo el tendón de Aquiles. Me obligué a pausarme, y a aceptar que no iba a volver a correr como antes hasta que la lesión estuviera recuperada. Pausarme para poder seguir adelante:

  • 30 junio-6 julio: 322km bici (+5800m) // 21km carrera a pie // 2:30h gimnasio
  • 7 de julio-13 julio: 400km bici (+7000m) // 33km carrera a pie // 1:15h gimnasio
  • 14 julio-20 julio: 165km bicicleta (+3000m) // 63km carrera a pie (+3000m) // 1:30h gimnasio
  • 21 julio-27 julio: 110km bicicleta (+2000m) //66km carrera a pie (+4500m) // 2h gimnasio
  • 28 julio-3 agosto: 160km bicicleta (+2000m) // 45km carrera a pie (+700m) // 1:15h gimnasio

Conclusión:

Lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos al final es no desesperar de nosotros mismos. 

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